domingo, abril 17

Los zoológicos son una mierda (y los circos también)

Los hábitats artificiales de los animales en cautividad les generan graves problemas de bienestar: comportamientos anormales (automutilación, zoocósis, desórdenes alimentarios, movimientos estereotípicos como oscilaciones,marcha reiterativa, volteo reiterativo, torceduras de cuello), además de desórdenes reproductivos y problemas fisiológicos. Más del 80% de los zoos y parques safaris del mundo exhiben animales con problemas estereotípicos de comportamiento.
Capturar a los animales y encerrarlos de por vida en un espacio -reducido o no-, exhibirlos al público y atentar contra toda su naturalidad animal ¿es la mejor manera de aprender sobre la vida salvaje?

Las mentiras de los zoológicos:

1.Que conservan las especies en peligro.
Mentira. el 98% de las especies de los zoológicos no están en peligro de nada.
2. Que devolverán a su habitat algunas especies protegidas nacidas en cautiverio.
Mentira. Solo en 2% nacen y son devueltas a su habitat.
3.Que aseguran el bienestar de sus animales.
Mentira. Los animales viven infelices y estresados ,el cautiverio enferma.

El maestro Jose Saramago, premio Nobel de Literatura, escribió al respecto:
Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. No debo ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza. Esto en lo que tiene que ver con los zoológicos. Más deprimentes que esos parques, son los espectáculos de circo que consiguen la proeza de hacer ridículos los patéticos perros vestidos con faldas, las focas aplaudiendo con las aletas, los caballos empenachados, los macacos en bicicleta, los leones saltando arcos, las mulas entrenadas para perseguir figurantes vestidos de negro, los elefantes haciendo equilibrio sobre esferas de metal móviles. Que es divertido, a los niños les encanta, dicen los padres, quienes, para completa educación de sus vástagos, deberían llevarlos también a las sesiones de entrenamiento (¿o de tortura?) suportadas hasta la agonía por los pobres animales, víctimas inermes de la crueldad humana. Los padres también dicen que las visitas al zoológico son altamente instructivas. Tal vez lo hayan sido en el pasado, e incluso así lo dudo, pero hoy, gracias a los innúmeros documentales sobre la vida animal que las televisiones pasan a todas horas, si es educación lo que se pretende, ahí está a la espera. Se podrá preguntar a propósito de qué viene esto, y responderé ya. En el zoológico de Barcelona hay una elefanta solitaria que se está muriendo de pena y de las enfermedades, principalmente infecciones intestinales, que más pronto o más tarde atacan a los animales privados de libertad. La pena que sufre, no es difícil imaginarlo, es consecuencia de la reciente muerte de otra elefanta que con la Susi (este es el nombre que le pusieron a la triste abandonada) compartía en un más que reducido espacio. El suelo que pisa es de cemento, lo peor para las sensibles patas de estos animales que tal vez tengan todavía en la memoria la blandura del suelo de las sabanas africanas. Sé que el mundo tiene problemas más graves que estar ahora preocupándonos con el bienestar de una elefanta, pero la buena reputación de que goza Barcelona comporta obligaciones, y ésta, aunque pueda parecer una exageración mía, es una de ellas. Cuidar a Susi, darle un fin de vida más digno que verla acantonada en un espacio reducidísimo y teniendo que pisar ese suelo del infierno que para ella es el cemento........ 

ZOOLOGICO HUMANO!


Fines del siglo XIX. Personas y familias completas africanas son expuestas tras las rejas en el Jardín de Aclimatación de París. No es una imagen de ciencia ficción: sucedía normalmente durante el colonialismo francés e inglés, y visitar el Jardín era una actividad recreativa familiar para los blancos europeos, que tenían así la oportunidad de estar en contacto con el salvajismo y exoticidad de estos ejemplares subhumanos. Según el crítico argentino Óscar Ranzani, la historia de los zoologicos humanos comenzó cuando Carl Hagenbeck, importador de animales exóticos para los zoológicos, comenzó a exhibir personas: esto ocurrió durante el boom de los zoos franceses, ingleses y alemanes.
En Hamburgo, en 1874, comenzaron las primeras exhibiciones étnicas que luego continuaron por toda Europa. Desde entonces, el "espectáculo antropozoológico", como lo llamaba Hagenbeck, se convirtió en un éxito masivo y numerosos empresarios recorrieron Asia, América y, fundamentalmente, Africa, en busca de ejemplares cada vez más "exóticos" y "salvajes". Para Ranzani:
"El éxito de las exhibiciones racistas en los zoos humanos puede entenderse por la convergencia de varios factores señalados en el documental: la gente quería ver "espectáculos" pero también eran muchos los curiosos por contemplar "al diferente".
Por otro lado, verlo detrás de una reja le permitía al público entender las nociones de poder y jerarquía. Pero los zoos humanos iban más allá del "espectáculo": los grandes estados europeos los mencionaban en sus discursos coloniales."
Sin palabras.

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